Todas las personas con diagnóstico de Esclerosis Múltiple (EM) ya sea cual fuere su forma clínica (Sme desmielinizante aislado, Remitente-Recurrente, primeria progresiva, secundaria progresiva) deben comenzar con Terapia Modificadora de la Enfermedad (TME), con el fín de justamente modificar el curso natural de la enfermedad, minimizar la cantidad de brotes, lesiones cerebrales y la discapacidad. Hay que recordar que la EM no tiene cura aún, pero si hay muchas opciones terapéuticas para retrasar su progresión y un futuro alentador sobre su terapéutica y/o investigación.
La TME se describe brevemente y se pueden clasificar según su manera de administración:
-Terapias de infusión: Terapias de infusión para EM incluyen natalizumab , ocrelizumab , rituximab y alemtuzumab . Estas terapias en infusión pueden ser preferidas para pacientes con enfermedad más activa y para aquellos que dan un gran valor a la eficacia y son tolerantes al riesgo.
-Terapias orales: Terapias orales para la EM incluyen dimetil fumarato y sus congéneres como fumarato diroximel , teriflunomida , fingolimod , siponimod , ozanimod , y cladribina . Estos fármacos orales pueden ser preferidos para los pacientes que valoran un medicamento oral autoadministrado sobre los medicamentos que requieren inyecciones e infusiones.
-Terapias de inyección : Las formas inyectables (intramuscular y subcutánea) de TME para la EM incluyen interferón beta-1b humano recombinante , interferón beta-1a humano recombinante , acetato de glatiramer y ofatumumab . Los interferones y el acetato de glatiramer son las Terapias Modificadoras de la Enfermedad más antiguas para la EM y, por esta razón, a veces se les llama terapias de «plataforma». Estas TME más antiguas pueden ser preferidos para los pacientes que valoran la seguridad y están menos preocupados por la conveniencia o por lograr la máxima eficacia.
Ofatumumab es un anticuerpo monoclonal que se dirige a CD20 (una proteína expresada en la superficie de los linfocitos B normales) y causa una depleción selectiva de células B. Aunque es autoinyectable, tiene una biología generalmente compatible con otras terapias como el ocrelizumab y el rituximab, con la ventaja de autoadministración del paciente.
La toma de decisiones incorpora valores y preferencias del paciente en las decisiones médicas y pone al paciente en el centro de la atención. El paciente, el médico y el equipo de atención deben considerar conjuntamente la decisión de iniciar una TME y seleccionar la mejor opción, evaluando la evidencia, los beneficios, los riesgos, disponibilidad y acceso del tratamiento.
Los aspectos importantes incluyen la educación del paciente sobre la historia natural de la EM, los factores de pronóstico del paciente, las categorías de la TME, los objetivos del tratamiento y los resultados esperados del tratamiento. La ayuda para la toma de decisiones ( Ej., bibliografía, material audiovisual, medios interactivos) sobre la EM y el papel de la Terapia Modificadora de la Enfermedad también son útiles.
La toma de decisiones compartida se ha asociado en algunos estudios con mejoras en el conocimiento de la enfermedad, la satisfacción con la atención, la adherencia al tratamiento, los resultados de salud y la calidad de vida.
Nicolas Losco – Rocio Seijas
